Comenzamos el viaje con verdadero interés. Con la intriga de alguien que ha escuchado ecos cercanos que hablan de Ribera del Duero, como un lugar para 'extraviar los sentidos' y perder la vista en el horizonte... y en cierto modo, es así.
8 AM . Por delante, un par de horas de viaje desde Madrid rumbo a Peñafiel, el corazón de Ribera del Duero ('Ribera' para los amigos). Todo planificado, pero con los sentidos expuestos: abiertos a lo que está por venir...
Oteamos, desde uno de los múltiples oteros que vas encontrando, la llanura y el explendor de esta tierra , imaginando, con la mirada perdida, cómo sería hacer este mismo recorrido, a pie, por los extensos caminos, cual David Carradine en 'Kung Fu' (con la salvedad de que en mi bota-vino no llevaría brebajes orientales, sino un caldo delicioso, fruto de la tierra y del tiempo: el vino de Ribera, marca de la casa).
Con nuestro coche, a modo de carruaje plateado, atravesamos extensos campos de cereal en los que se pierde la vista. En pocos lugares de España puedes ampliar tu visión perimetral tanto como en Castilla. Las diferentes civilizaciones que pasaron por aquí, lo sabían a la perfección; es por ello, que en casi cada estratégica colina, se encuentren soberbios restos de atalayas, castillos y fortalezas, que recuerdan a tiempos de trasiego cortesano, gestas territoriales, e invasiones bárbaras... y grandes festines (con buen vino, por supuesto).
¿Cuál es el porqué de esta ecuación tan sencilla? Es muy sencillo. Ribera del Duero conforma una denominación de origen vitivinícola, comprendida por más de 100 municipios, cerca de 250 bodegas y una producción de unos 50 millones de litros de vino por año. Estas cifras, nos vienen a decir, que, si los romanos y los fenicios vieron algo en esta tierra, sabían lo que hacían. Años más tarde, las órdenes monásticas del Císter, con sus aires afrancesados, extenderían la cultura del vino, otorgándole entidad propia.
El Duero, regante misterioso de sendas orillas, invita a 4 provincias: Burgos, Soria, Valladolid y Segovia, a formar 'un corro de simpatías' en torno a una suerte de campos rebosantes de vida, que tienen a las vides, como cómplices escuchantes de la bestia escondida, que es, la tierra arcillosa y calcárea de Ribera del Duero.
En una cata se ponen a prueba diferentes sentidos. Hagamos lo mismo con nuestra experiencia tras este viaje iniciático:
Ribera es una tierra que hace descansar la vista (tras el devenir laboral, de tanta pantalla y ordenador parpadeante), perdiéndote en sus infinitos paisajes, en sus caprichosos pinares agrupados, en los silenciosos pueblos de sillares y cemento blanco tan característicos, en sus pequeños valles, en su cielo a 16:9 (panorámico), en las bandadas de aves libres...
Aromas a tierra mojada en las riberas del Duero, el Esgueva y el Duratón, que denotan vida. Aromas a lechazo en el horno del panadero, a vino pidiendo respirar, a queso de ovejas nómadas.
Si tienes la oportunidad, no dejes de acercarte a alguna bodega de Ribera que admita visitas, y pregunta si te preparan una cata.
Hay varias bodegas muy interesantes de visitar: la de Protos, por ejemplo, excavada bajo la peña en la que se alza el imponente Castillo de Peñafiel. Las bodegas de Emilio Moro, Pesquera, Cepa21, Arzuaga, Abadía Retuerta, ofrecen diferentes tipos de visita y cata (todas tienen tienda, por si quieres llevarte alguna botella).
La gastronomía de Ribera del Duero demuestra, una vez más, que, en las comarcas en las que el vino tiene un especial protagonismo, la tradición gastronómica le acompaña de la mano, como su fiel escudero.
Confiarse al dios Baco rodeado de amigos en Ribera, es una experiencia que nadie debería perderse.
Podríamos hablar de multitud de recetas y de lugares donde ser bien recibido para llenar 'el buche' , pero tienen especial protagonismo: el lechazo churro asado en horno de leña(exquisito!), el cabrito y el cochinillo, el queso de oveja, la morcilla burgalesa, el chorizo botagueño, los cangrejos del Duratón, caracoles, setas, etc...
Son numerosos los ejemplos de castillos, fortalezas, atalayas, monasterios, etc...
No debes dejar de visitar el soberbio Castillo de Peñafiel (S.XI), sede actual del Museo Provincial del Vino. En Peñafiel, para muchos, el 'corazón de Ribera del Duero' (otros dicen que su vecina Roa) es interesante pasearse por la Plaza del Coso (allí se celebra 'La Bajada del Ángel', festividad con gran tradición).
El Castillo de Gormaz (S. X - construcción califal cedida más tarde por Alfonso VI al gran Mío Cid), por su parte, imponente, desafía al viento desde su cerro, y nos brinda una magnífica vista de la llanura castellana.
Otros castillos muy interesantes son el Castillo de Haza(atención a su torre del homenaje) y el Castillo de Peñaranda.
El Torreón de Hoyales de Roa, el Palacio de Zúñiga o la Torre-Castillo de Langa de Duero, y el Monasterio de Santa María de Valbuena son otros monumentos que te recomendamos visitar.
Especial atención tienen las Bodegas subterráneas de Aranda de Duero (hasta 135!). Aranda, en su subsuelo, está horadada, literalmente, por pasadizos, pasillos y linternas, formando una lista de bodegas medievales muy interesantes. Recomendamos una visita guiada por la Bodega de las Ánimas (hay que pedir cita: 947 51 04 76, o oficinadeturismo@arandadeduero.es ). Aquí puedes ver un vídeo de las bodegas subterráneas.
No es exclusiva de Aranda de Duero la proliferación de bodegas subterráneas, ya que la temperatura constante de estas cuevas durante todo el año, proporciona al vino las condiciones idóneas para que se conserve correctamente. Por tanto, en todos los pueblos de Ribera se pueden averiguar y entrever las entradas a dichas bodegas, diseminadas por los montes aledaños a los pueblos, y bajo las propias casas.
Y como nó, las Fiestas: Las Mayas y Las Marzas en Caleruega, La Francesada (Hontoria de Valdearados), la Semana Santa tradicional, las Romerías(como la de la Virgen de la Vega, en Roa), la Fiesta de la Vendimia (muy recomendable!, por su ambiente y la ingesta de alimentos autóctonos, acompañados de mosto y vino) Aunque no es una fiesta como tal, no debéis dejar pasar el ya tradicional 'Concurso de Tapas, Pinchos y Banderillas' de Aranda de Duero.
Tienen el sabor del medievo, y el sosiego que el turista rural necesita. Pueblos como Curiel de Duero nos invitan al paseo por sus calles, con su castillo (el más antiguo de Valladolid) y su iglesia parroquial gótico-mudéjar del s. XV.
Roa, por otra parte, en lo alto de un cerro, no oculta su pasado celtíbero y romano, y nos muestra una magnífica vista del Duero desde el 'Balcón del Duero'; San Esteban de Gormaz, y sus iglesias románicas; Peñaranda de Duero y Langa de Duero, declarados Conjuntos Histórico-Artísticos, etc...
Rompen ese sosiego los núcleos más grandes, como son Peñafiel y Aranda de Duero, cabeza de partido de la zona, y con gran afluencia de turistas.
El viento nos aleja, como también nos trajo, de la experiencia vivida, con el 'regustillo' de los sabores de una tierra aun por explorar.
Volveremos, con las pilas cargadas y la bota-vino vacía, que allí repondremos, seguro, nuevo líquido elemento.
Consejo: si veis en las cartas de los restaurantes nombres como Pingus, Vega Sicilia o Viña Sastre, pensad en la Universidad de los niños antes de pedirlos. Avisad@s estáis.
· Vídeo Oficial Denominación de Origen Ribera del Duero
Restaurante en Peñafiel. Buen lechazo